sábado, 24 de noviembre de 2007

Pensamientos en el muelle, 2ª parte

- Son bellas las escaleras... Más si son de piedra, y si cuando pisas sus escalones notas en tus pies una agradable sensación de calor. La gente siempre trata de leer la vida en las rocas, en los fósiles, en los anillos de los árboles... Pero olvidan las escaleras.

A veces no se conserva de ellas más que dos o tres peldaños en ruinas, pero ahí es donde hay que hacer el esfuerzo de imaginar.

Los sitios más enigmáticos que he soñado están pobladas de escaleras cálidas. Se ve el vapor de agua fluyendo de las piscinas de abajo. Las aguas verdosas son un verdadero bálsamo para gentes deseosas de relajarse. Las escaleras conducen no sólo a esos placeres, sino también a las gentes pacíficas que bañan sus problemas en las aguas tibias.

Siempre imagino a una novia posible caminando conmigo, abajo, arriba, a lo largo de ese paraíso de escaleras cálidas que no aparece en ningún mapa. Me pregunto si ese sueño, algún día, llegará a cumplirse.


- ¡Maldita sea, cómo pesa esto! No sé ni qué hago aquí, en mitad de esta ladera tan separada del mar. ¡y esas ranas, ¿por qué no se callarán esas ranas?! Estoy perdiendo la cabeza.

¿Cómo demonios se quemaron esos malnacidos? Dijeron que el diario quemaba. ¡Bah, seguro que estaban más borrachos que yo!

¡Criminales! ¡Me empujaron! ¡Ahora lo recuerdo! Fue el que tenía la sombra de barba. Tuvo tiempo de mirarme de forma pícara antes de hacerme caer.

¡El libro! ¡¡Maldito sea!! Parecía valioso. Ahora está perdido. ¡Mejor así! Ya no sabré el secreto que escondía, si es que había alguno, pero tampoco lo sabrá ningún otro desgraciado que se lo encuentre.

Volveré a mi casa. No me retendrán más. ¡Asesinaría por volver!


- Con lo dulce que era antes mi nieto conmigo, y ahora está todo el día con esa niña. una vagabunda, una abandonada a la que no se conoce padre ni madre, que vive con un perro.

¡Espero que no sea una de esas niñas de los circos que van y vienen sin rumbo fijo! Y parece que se lleva muy bien con mi nieto, que a mí ya no me quiere tanto.

Mi mujer, como siempre, cosiendo. No sabe ni quiere saber. Y mi hija, ¿dónde puede estar? ¿Por qué tanto tiempo sin eescribir, sin subirse a ese barco de regreso a casa? ¿Es que aún piensa que la tratamos tan mal?

¡Voy a por él antes de que la niña venga!

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