viernes, 24 de agosto de 2007

Los niños y la fuerza


Persiste el viento y las olas se ven grandes incluso desde lejos. La niña, asomada a la ventana, observa las olas y casi distingue el barco. La gente que lo rodeaba está ya, seguramente, en la cama soñando. La niña no está siquiera acostada. Las fragancias de las plantas de fuera le hacen soñar despierta. Además, le dio la hoja perdida a ese marinero y está contenta por ello.

Todos los que estaban allí tendrían sus pensamientos sobre el barco, sobre el diario, sobre los piratas y los tesoros (vaya cosa antigua)... Todos pensaban en algo excepto ella, que sólo pudo concentrarse en discutir con su amigo. ¡Que si se creía la reina! ¡Pues claro que sí! La reina del mar, la reina de las orillas, la más guapa de todo el pueblo, pero a la que nadie creía si abría la boca... "Pues que no me crean", pensaba, "ya veremos lo que pasa con el barco".

El perro dormía en su cabaña, que estaba en la parte de abajo de la casa de la niña, que era una cabaña también.

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