domingo, 9 de septiembre de 2007

El luto de los emperadores


Mientras el diario pasaba de mano en mano en el puerto, y mientras el perro observaba cómo la niña hablaba con el marinero de la pipa, los emperadores, reunidos en comilona de urgencia, estaban a punto de estallar de rabia. Habían pasado desapercibidos durante siglos, y nunca se había oído hablar de ellos.

- ¡Que se me pare el corazón en este momento si han fallado los rebobinadores!
- ¡Que mueran todos los miembros de mi familia si yo fui el culpable!
- ¡Que traigan aquí ahora mismo a la niña!
- ¡Noooooooooooo! ¡La niña no existe, igual que nadie de esta sala!
- Yo existo, ¿no me ven Sus Señorías? ¡Los rebobinadores! Tremenda desdicha la nuestra, supeditados a un documento que hace siglos se perdiera en los océanos.
- Comed, comed, Sus Señorías, que ha llegado una nueva era de insomnio. ¡Aún somos invisibles, pero sólo si mantenemos nuestros hilos con el mundo!
- ¡Hmmmm, qué delicioso sabor! Felicito con todo mi espíritu al que con sus manos elaboró las delicias de esta comilona. Hacía siglos que no disfrutaba tanto.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé por qué los emperadores tienen que ser tan ambiciosos. En el mundo hay pastel para todos. Va por ahí, con sus trajes invisibles, y sólo quieren que los demás pasen hambre... ¡Vida de perros!

El Perro dijo...

¡Gracias, Lola! Es una maravilla recibir comentarios.

Estos emperadores tienen algo de estúpido. Ya lo irás viendo. No saben si han fallado o no los rebobinadores. Sus conexiones invisibles con el mundo... ¿están deterioradas después de tantos siglos?

De comilona en comilona, lo tendrán que discutir.

Gracias, Lola, por leer este espacio.

montse dijo...

¿Donde fue a parar el diario?, me siento rara entre tanto espiritu fantasmal del barco.
Besos.